viernes, 14 de noviembre de 2008

Un día con Lucero y Juan de Dios

No todo es como en los cuentos de hadas

Por: Julie Andrea Torres G
Todos los días al despertar inicia la labor diaria de Juan de Dios, un conductor de vehículo de tracción animal quien desde hace 25 años desempeña su labor casi de sol a sol, con el fin de tener el sustento diario para alimentar a sus 7 hijos a quienes sueña con ver convertidos en personas exitosas y con un futuro privilegiado que para él fue esquivo debido a la falta de estudio.

Sin embargo, este hombre a quien en la piel se le notan ya los estragos del sol, y del largo trabajo, sonríe cuando se le pregunta por Lucero, ya que este nombre significa muchas cosas para él, pues no solo lo lleva a evocar el barrio que lo vio crecer y en el cual aún vive, sino también a su fiel compañero, su caballo al que la mayoría mira con extrañeza al escuchar su nombre y el mismo que recorre con él la ciudad todos los días, debido a que no existe un sector fijo al cual asistir diariamente, simplemente ellos van donde creen que pueden tener chatarra, camas viejas entre otras cosas que transportan a diario।
De todas formas y aunque Juan de Dios se siente orgullo de su profesión, confiesa que más de una vez se ha asustado pues existen “torcidos” como el dice cuando se refiere a las peticiones de llevar elementos de carros robados o cajas que para el son “sospechosas”, ya que aunque ofrecen “buen billete” por esto, el trabajo honrado es el que dá satisfacción.

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